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Rupérez habla de terrorismo y cooperación internacional

El 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, DC; el 11 de marzo de 2004 en Madrid; y el 7 de julio de 2005 en Londres fueron ataques contra el corazón de tres centros de la civilización occidental. Los asesinatos de enero de 2015 en Francia y las amenazas contra las comunidades judías en Europa  son ataques contra dos básico principios democráticos —la libertad de expresión  y de culto. Pero no es solo en Estados Unidos o Europa donde una cierta interpretación del Islam ha provocado la destrucción en fechas recientes. También está  Boko Haram en Nigeria, el Talibán in Afganistán y Pakistán, y el Estado Islámico en Siria e Irak. Es lo que el embajador Javier Rupérez denomina una guerra abierta contra la humanidad.

“En nombre de un nuevo y sangriento califato sus seguidores han cobrado la vida de musulmanes, cristianos, judíos o simplemente personas sin denominación religiosa conocida y cuyo único deseo común era vivir en paz, en libertad y en el nivel de prosperidad que pudieran alcanzar. Ésta es una guerra lanzada contra la humanidad misma”.

Como ex director del “UN Security Council’s Counter Terrorism Committee”, Rupérez es un firme creyente en la necesidad de construir “herramientas de trabajo que mejoren la cooperación internacional al igual que la capacidad de respuesta nacional”. Enfatiza que es preciso asegurar la adecuada puesta en práctica de la Resolución de Naciones Unidas 1624 (de 2005) porque “recomienda a los Estados incluir en su código penal el crimen de incitar a cometer actos de terrorismo y además declara la necesidad de explorar lo que se conoce como ‘diálogo entre civilizaciones’ con el objetivo, entre otras cosas, de minimizar tensiones y prevenir la radicalización”.

Rupérez indica también que hay dos Resoluciones de la ONU que han abierto nuevas oportunidades de c ooperación internacional en la lucha contra el terrorismo.Una reconoce el sufrimiento de las víctimas y toma en consideración “el crucial papel que las víctimas y sus familias, como el rostro público del horror, pueden tener en los esfuerzos para prevenir el extremismo y la radicalización”. Otra Resolución aborda el tema de los luchadores terroristas extranjeros.  Se estima que unos 15.000 “luchadores”, procedentes de más de 80 países, están hoy en Siria e Irak.

Pero a pesar de estas medidas, para Rupérez queda mucho por hacer en cuanto a la cooperación internacional y nos urge a la acción: “Estamos ante una cruel agresión que combina el uso de la violencia terrorista… y sus efectos sicológicos multiplicados por el uso profesional de las redes sociales con el propósito de subyugar y aniquilar la voluntad de los gobiernos y los individuos…Sin duda se trata de uno de los mayores peligros contra la paz y la estabilidad como nunca hemos conocido… Esta guerra terrorista no ataca una creencia concreta sino que su fin último es conseguir que la civilización retroceda 1.000 años, si no más…”

Eso y lo que Peter Bergen, de la New America Foundation, denomina como “la batalla final que precederá al fin de los tiempos y al triunfo del verdadero Islam”.

Avendaño es Director Ejecutivo de El Tiempo Latino

alberto@eltiempolatino.com