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Personas sin hogar de D.C regresan a las calles

En otro escenario -uno muy alejado de la pobreza, el ruido de los trenes que entran y salen de la Union Station y el chillido de las sirenas de los vehículos de emergencia- la carpa de Charles Leon Willie y Kara Chauncey en un campamento para personas sin hogar del Distrito podría ser casi acogedora.

La pareja puede acurrucarse debajo de los sacos de dormir para calentarse o, para más calor, encender un fuego improvisado al lado. Pero debajo de un paso subterráneo en el bloque 100 de la calle L NE, los residentes se preocupan por la violencia, los robos y la limpieza forzada de los campamentos.

Muchos de ellos aseguran que estar allí es mejor que permanecer en un refugio.

Una semana después de que los equipos de la ciudad cerraran un campamento en el paso subterráneo de la calle K NE en el barrio de NoMa, las aceras de la calle están en su mayoría libres de las tiendas. Una medida que gustó algunos y enojo a otros.

Los funcionarios del distrito declararon este sábado que trataron de conectar a los desalojados de las calles con los servicios de la ciudad, además de conseguirles camas en los refugios, aunque también declararon que no se saben cuántos residentes de verdad se mudaron a tales instalaciones.

Un ejemplo de la resistencia de estos hombres es la historia de Willie, que vivió en un refugio para personas sin hogar durante más de cuatro años antes de mudarse al paso subterráneo de la calle L. El hombre aseguró que puede salir de su tienda para andar en patineta mientras Chauncey se menea afuera de un Dunkin. Ambos saben que las camas de los refugios están disponibles para ellos, pero citan preocupaciones de seguridad, sus inconvenientes ubicaciones y reglas estrictas. Por lo que las calles siempre serás más atractivas.

“Es realmente peor que la cárcel”, dijo Chauncey. “Nadie quiere vivir en las calles, pero algunas de las opciones en lugar de estar en las calles no valen la pena”.

Cuando los funcionarios de la ciudad despejaron el campamento de la calle K, en medio de un rencoroso debate sobre el aburguesamiento y los derechos de los desamparados, dijeron que no había que dejar a nadie al margen.

“Hay una cama disponible para todos los que están en la calle”, dijo en su momento Wayne Turnage, el teniente de alcalde de la ciudad para la salud y los servicios humanos. Quien además agregó: “Si podemos hacer que la gente entre en el sistema, podremos entonces acomodarlos a todos”.

Traducción libre de The Washington Post

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